Hay noches en las que, por muchas ganas que tengas, y que por muy bien que lo planifiques, las cosas no salen como te gustaría. Lo cierto es que esta noche no quedamos muy tarde. Jaime, Javi y yo pensamos en 2 ó 3 localizaciones no muy alejadas entre sí. Sin prisas, sin querer hacer las cosas de forma atropellada... pero no hubo forma. La primera de las localizaciones no sólo no la encontramos, sino que nos hizo perder mucho tiempo (una pena porque tenía muy buena pinta). Andar campo a través cargados con mochilas, bocatas, bebidas, trípodes cansa bastante. Tanto tiempo perdimos, que se hizo de noche y tuvimos que descartar, no sólo la primera localización, sino una de las 2 restantes, pues desconocíamos su situación exacta. Finalmente decidimos ir a lo seguro: el castillo de Dos Hermanas, cerca de Navahermosa, pues Javi conocía la zona.
Una vez en el castillo, lo cierto es que los minutos, que se convirtieron en horas, no cundieron lo que debían. No conseguíamos encontrar un encuadre que nos dijera algo. Eso, junto a la dificultad que en algunos puntos presentaba el castillo debido a las piedras, altos arbustos, y que, en según qué zonas había una caída importante, hacía que no nos sintiéramos cómodos. Aun así, encontramos 2 encuadres que no nos disgustaron y que aprovechamos para calentar motores. Sin embargo, creo que ni uno ni otro nos satisficieron lo suficiente.
Finalmente Jaime encontró este encuadre. En un principio no estaba yo muy convencido con lo que veía por el visor, pero con las primeras pruebas me di cuenta de que si esa noche nos íbamos a llevar algo que nos dejara satisfechos, sería con este encuadre. Además, la presencia de la Vía Láctea cruzando la foto de un lado a otro, podría darle a la foto un toque interesante. A pesar de todo, el cansancio, las horas (esta foto la hicimos a las 3:30 de la mañana), y que no parecía ser la noche, hicieron que la foto nos costara más de lo habitual. No terminábamos de sacar lo que queríamos de un escenario aparentemente sencillo.
Y, por fin, la foto que nos sacó la sonrisa. Costó, pero creo que mereció la pena. Posiblemente no os termine de convencer. Pero sólo por el afán de mejorar cada toma sabiendo que podía mejorarse (que podíamos mejorarla hasta conseguir lo que queríamos), he querido dedicarle una entrada en el blog.
A los que leéis el blog: si pensáis que durante una noche de fotos, podéis mejorar una foto, no paréis hasta llevaros a casa la que queréis (ejem... siempre con cabeza; si en 4 horas no te sale una foto que sea sencilla, déjalo, ese no es tu día :-) ). Marcharte a casa pensando que podías haberlo hecho mejor, deja con mal sabor de boca. Esto no quiere decir que la foto no pueda ser mejorable. Cada par de ojos verá algo diferente en una foto. Cada fotógrafo cambiaría cosas de tu foto. Incluso tú mismo puedes ver la foto un mes después y mejorar mentalmente esa foto. Lo que quiero decir es que creo que es importante irse a casa con la sensación de que esa noche no se podía haber hecho mejor.
La iluminación la hicimos entre los 3. Javi se encargó del lateral que da la anchura del muro, Jaime se encargó de la iluminación de la pared lateral y del suelo, y yo de la pared frontal del fondo. La iluminación, todo con mini maglite. Y, por último, balance de blancos ajustado para compensar los 3000K de la interna de Xenon.
Datos EXIF:
Cámara: Canon 500D
Focal: 11 mm
Exposición: 42 sg
Apertura: f/2.8
ISO: 800
Una vez en el castillo, lo cierto es que los minutos, que se convirtieron en horas, no cundieron lo que debían. No conseguíamos encontrar un encuadre que nos dijera algo. Eso, junto a la dificultad que en algunos puntos presentaba el castillo debido a las piedras, altos arbustos, y que, en según qué zonas había una caída importante, hacía que no nos sintiéramos cómodos. Aun así, encontramos 2 encuadres que no nos disgustaron y que aprovechamos para calentar motores. Sin embargo, creo que ni uno ni otro nos satisficieron lo suficiente.
Finalmente Jaime encontró este encuadre. En un principio no estaba yo muy convencido con lo que veía por el visor, pero con las primeras pruebas me di cuenta de que si esa noche nos íbamos a llevar algo que nos dejara satisfechos, sería con este encuadre. Además, la presencia de la Vía Láctea cruzando la foto de un lado a otro, podría darle a la foto un toque interesante. A pesar de todo, el cansancio, las horas (esta foto la hicimos a las 3:30 de la mañana), y que no parecía ser la noche, hicieron que la foto nos costara más de lo habitual. No terminábamos de sacar lo que queríamos de un escenario aparentemente sencillo.
Y, por fin, la foto que nos sacó la sonrisa. Costó, pero creo que mereció la pena. Posiblemente no os termine de convencer. Pero sólo por el afán de mejorar cada toma sabiendo que podía mejorarse (que podíamos mejorarla hasta conseguir lo que queríamos), he querido dedicarle una entrada en el blog.
A los que leéis el blog: si pensáis que durante una noche de fotos, podéis mejorar una foto, no paréis hasta llevaros a casa la que queréis (ejem... siempre con cabeza; si en 4 horas no te sale una foto que sea sencilla, déjalo, ese no es tu día :-) ). Marcharte a casa pensando que podías haberlo hecho mejor, deja con mal sabor de boca. Esto no quiere decir que la foto no pueda ser mejorable. Cada par de ojos verá algo diferente en una foto. Cada fotógrafo cambiaría cosas de tu foto. Incluso tú mismo puedes ver la foto un mes después y mejorar mentalmente esa foto. Lo que quiero decir es que creo que es importante irse a casa con la sensación de que esa noche no se podía haber hecho mejor.
La iluminación la hicimos entre los 3. Javi se encargó del lateral que da la anchura del muro, Jaime se encargó de la iluminación de la pared lateral y del suelo, y yo de la pared frontal del fondo. La iluminación, todo con mini maglite. Y, por último, balance de blancos ajustado para compensar los 3000K de la interna de Xenon.
Cámara: Canon 500D
Focal: 11 mm
Exposición: 42 sg
Apertura: f/2.8
ISO: 800