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miércoles, 18 de junio de 2014

Door to a New Dimension

La historia de la foto de esta noche podría llamarse "No sin mi foto", o "Con focos y a lo loco", y es que esa fue una noche en la que las cosas no pintaban todo lo bien que esperábamos.

Aunque no tenía intención de salir a hacer fotos esa noche, Felipe me propuso un plan que era difícil de rechazar. Para empezar, las ruinas de una ermita que tenía muy buena pinta, y sobre la cual no había gran documento fotográfico nocturno. A continuación, teníamos una iglesia en la que ya había estado, pero que realmente no me importaba visitar de nuevo. Y para finalizar, una espadaña sobre la que existían algunas fotografías nocturnas, todas ellas de mucha calidad. Todo ello acompañado de 2 buenos fotógrafos nocturnos cuyo trabajo con mucha probabilidad conocéis de diferentes foros, grupos de facebook y blogs, todos ellos dedicados a la fotografía nocturna, y de quienes ya os he hablado en alguna otra ocasión: Cristina García y Felipe Carrasquilla. Difícil resistirse a dicho plan, a pesar del España-Holanda con el que nuestra Selección de fútbol comenzaba su participación en el Mundial de Brasil.

Pues bien, esa tarde quedamos pronto. Era necesario, pues la ermita estaba a más de 180 km de casa. Imagino que podéis llegar a entender lo que puede llegar a enganchar la fotografía nocturna para que un viernes, tras una jornada laboral, te plantees coger el coche para hacer aproximadamente 400 km sólo para hacer... ¿4, 5 fotos? 

Tras esos más de 180 km, llegamos a la ermita, o lo que quedaba de ella. Lo cierto es que, a pesar de ser una ermita pequeña, encontramos hasta 3 encuadres diferentes que llamaron nuestra atención. Tras unas primeras pruebas y hacer tiempo para que se hiciera de noche (lo malo de salir una noche de junio es que hasta las 23:30-0:00 no puede decirse que el cielo esté completamente oscuro... y aun así) nos dispusimos a lanzar nuestra primera fotografía seria, cuando de pronto pasó algo que acabó de golpe con nuestra idea de inmortalizar esa ermita con nuestras cámaras y linternas: 3 focos tan oportunos como mal puestos se encendieron e iluminaron la ermita, a la vez que apagaron nuestras sonrisas. 

Tras recomponernos de la decepción, y dándonos cuenta de que allí poco podríamos hacer esa noche, decidimos pasar también de la iglesia e ir directamente a buscar la espadaña, cosa que, a pesar de que había luna casi llena, sabíamos que iba a ser una tarea con su punto de complicación. Lo de ir directamente es una forma de hablar pues, antes de llegar, haríamos una parada en nuestro recorrido para saludar a la Guardia Civil y convencer a los agentes de que no íbamos de juerga, soplando el alcoholímetro (parece que nuestro atuendo poco festivo, y sí muy campestre, no fue suficiente). Tras esta breve parada, continuamos nuestro camino. 

Debo decir que, a pesar de tener bien localizada la espadaña, aun quedaba una parte complicada, y era encontrar la mejor forma de acceder a ella. Esto, aunque pueda parecer fácil, realmente no lo es, pues, a pesar de que Google Maps muestra con bastante precisión los caminos, no siempre llega hasta el punto de indicar posibles vallas o accidentes geográficos en dichos caminos, que impidan acceder al punto que queremos en el mapa. A veces hay suerte y no siempre pasa esto... pero esta noche no iba a ser una de esas. Efectivamente, esa noche nos encontramos con que el camino hasta la espadaña tenía una puerta cerrada. Por suerte, se trataba de una puerta cerrada... pero no del todo. Con esto quiero decir que se trataba de una valla colocada a modo de puerta, pero más bien puesta para evitar el paso de ganado. Sí, he dicho ganado. Y es que esa noche tampoco iba a faltar la presencia de ganado vacuno.

Una vez decidimos pasar al interior del recinto, con la ayuda del GPS nos dirigimos a la espadaña. Como acabo de deciros, esa noche no iba a faltar la presencia de ganado vacuno, cuya presencia tuvimos clara, no sólo por los excrementos en el suelo y el sonido de cencerros, sino porque iluminar con una linterna a los ojos de una vaca se traduce en 2 puntos brillantes en la oscuridad. Por suerte, sólo vimos vacas y no toros.

Y, por fin, la espadaña. Sinceramente, creo que mereció la pena. Y es que la situación de estos restos (un amplio descampado), brindaba más de un encuadre que nos llamó la atención. La pena de esa noche fue encontrar un cielo completamente despejado y una luna casi llena. Personalmente, si puedo elegir, prefiero encontrarme cielos parcialmente nubosos y lunas que, o bien, no iluminen, o que la iluminación que aporten no sea determinante.

Tras 2 ó 3 fotos con encuadres diferentes, decidimos hacer una circumpolar. Esta, en concreto, estaría formada por 180 fotografías de 20 segundos que, unidas finalmente con algún programa de edición permitiera crear la toma final. 

La fotografía que yo muestro en esta ocasión, sin embargo, no es la circumpolar, sino una de las fotografías realizadas esa noche. La iluminación se hizo desde 2 puntos diferentes. El primero, desde detrás de la espadaña, para sacar luz hacia uno de los 2 lados, y para iluminar lo que en su día fueran el campanario de la iglesia. Además, se iluminó el suelo del primer plano. A pesar de que con la luz de la luna podría ser suficiente, se iluminó este primer plano para intentar reducir el color azulado (ligeramente azulado) que deja la luz de la luna al fijar el color de temperatura de la foto por debajo de 4000K. El tipo de linterna usada, Maglite 3D

En fin, esta esa la crónica de una noche más de fotografía nocturna. Por suerte, no se cumplió el dicho de que "lo que mal empieza, mal acaba" ;-)

Los datos EXIF:

mara: Canon 500D 
Focal: 11 mm 
Exposición: 20 sg 
Apertura: f/2,8
ISO: 400



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