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viernes, 28 de agosto de 2015

Y a la tercera...

Período estival y, para mí, en este momento, período de vacaciones. Vacaciones que esta semana me han llevado a Benidorm, ciudad adorada por unos y odiada por muchos otros. Ahora mismo, frente a mí, el sonido y la visión de las olas del Mediterráneo. ¿Qué mejor acompañante para, relajadamente, crear una nueva entrada en el blog?

La foto que hoy subo pertenece a la última salida fotográfica en grupo. Esa noche nos juntamos Cristina, Felipe, Darío y yo. A Darío cuesta seguro que muchos ya le conocéis. Se trata de uno de los fotógrafos nocturnos más activos del momento. Podéis conocer su gran trabajo aquí. Estoy seguro de que os gustará 

La tarde pintaba mal. Cuando vas en el coche y ves que el cielo se va poniendo más y más oscuro, casi negro en el horizonte, sabes que la noche se va a complicar y que llevarte una foto que te guste posiblemente va a requerir un poco de inventiva. Recuerdo alguna mirada en el interior del coche. De esas miradas de circunstancias. Miradas que dejan claro que todos pensábamos lo mismo sin haber dicho ni media palabra: va a estar difícil, pero hay que ir e intentar sacar algo.

Como esperábamos, cuando llegamos a la chimenea el cielo no solo pintaba mal, sino que también pintaba peligroso. Una tormenta eléctrica impresionante casi encima de nosotros y una lluvia bastante incómoda consiguió que decidiéramos no sacar los trípodes. Sacar una buena foto es el objetivo buscado por todos, pero jugártela por sacarla no es una gran idea. Así que decidimos hacer lo único que tenía sentido: ir a un bar del pueblo más cercano a tomarnos una (o varias) cervezas. Cuando la lluvia perdió fuerza, decidimos volver a la chimenea. Esta vez el cielo estaba mejor, aunque seguía sin dejarnos convencidos. Aun así, sacamos trípodes, cámaras y linternas y, tras encuadrar y repartirnos el trabajo de iluminación, nos pusimos manos a la obra. 

No pudimos hacer mucho, pues rápidamente el cielo volvió a cerrarse con pinta de no querer ayudarnos a sacar muchas fotos decentes. Viendo que seguir allí iba a ser perder el tiempo, pensamos en visitar otras localizaciones cercanas. Así hicimos, pero el escenario que nos encontramos fue el mismo: cielo cubierto al norte, sur, este y oeste. En fin, que la noche parecía que no estaba por la labor, así que la única opción para no irnos con las manos vacías era buscar algún sitio que poder visitar y que se encontrara en el camino de vuelta. 

Cuando ya habíamos perdido toda esperanza de sacar buena foto, y habíamos decidido volvernos, ya con el coche en marcha, de pronto decidimos parar para darle una última oportunidad y buscar algún motivo para no volvernos con la sensación agridulce de no haber triunfado. Cuando nos bajamos y miramos al cielo, allí vimos el motivo: unas estrellas que intentaban abrirse paso por entre las nubes. Suficiente. 

Por tercera vez volvimos a la chimenea, pero esta vez el panorama pintaba muy diferente. El cielo empezó a abrirse, así que había que ser rápido pues el cielo se abría rápido, y el problema con el que nos podíamos encontrar era con que el cielo pudiera quedarse totalmente despejado. El esquema de iluminación lo teníamos claro. Sería el mismo que usamos la segunda vez que estuvimos en la chimenea esa noche. No fueron necesarias muchas tomas para poder conseguir la foto que nos apetecía tener.

La iluminación la hicimos desde varios sitios. Desde la derecha se iluminó la cara frontal de la chimenea, los restos de muro y el suelo. Desde la izquierda iluminamos suavemente la cara lateral de la chimenea para ayudar a dar esa sensación de profundidad y, por último, se iluminó desde dentro el interior de la chimenea con luz cálida para dar la sensación de horno encendido.

Espero que os guste.

Los datos EXIF:

mara: Canon 70D 
Focal: 11 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 1600



jueves, 6 de agosto de 2015

Ejército Galáctico

De vuelta a casa tras pasar varias horas haciendo fotos en el castillo de Riba de Santiuste hace unas cuantas noches, Luis y yo decidimos parar en un campo de girasoles que ya habíamos marcado en nuestro camino de ida. Estas cosas pasan. Te tiras todo un día buscando sitios interesantes a los que ir a hacer nocturnas, y el mismo día que vas, en el camino encuentras objetivos que te resultan interesantes y que marcas como sitios posibles en los que parar a la vuelta. Esto, si no os ha pasado, os pasará casi con toda seguridad en alguna ocasión. Mi recomendación en estas situaciones siempre es la misma: marcad de alguna forma este nuevo sitio. El motivo es muy sencillo: de noche todos los gatos son pardos, y ponte tú, de noche, en un sitio que no conoces, casi sin luz (o sin ninguna luz), y con cansancio acumulado de varias horas haciendo fotos en el sitio al cual te dirigías en primer lugar, a buscar dónde estaba aquella casa abandonada que tan buena pinta tenía a la luz del día.

El caso es que este campo lo teníamos bastante bien localizado y, aunque llevábamos varias horas haciendo fotos, y aún estábamos bastante lejos de casa, con una noche tan cerrada, y teniendo un campo de girasoles pegado a nuestra carretera, no podíamos desperdiciar la oportunidad de llevarnos una foto que llevábamos tiempo buscando.

Así hicimos, y paramos al lado del campo, dejando el coche en un punto en el que no pudiera molestar a nadie... si es que alguien podía pasar a esas horas. Cogimos las cámaras y trípodes, una linterna cálida, pequeña que nos permitiera iluminar sin problema un primer plano, y nos metimos en el campo de girasoles.

Siempre me ha llamado la atención ese movimiento que, durante las horas del día, tienen los girasoles siguiendo el recorrido del sol, de Este a Oeste. Este efecto, llamado heliotropismo, y que se realiza durante las horas de sol, nos deja ver a los girasoles con sus cabezas mirando todos al sol, casi en formación, como un escuadrón militar al que se le pasa revista. 

Este efecto, como digo, sólo se puede observar de día. Por la noche los girasoles se relajan, y podremos ver que cada uno tendrá su cabeza mirando hacia sitios diferentes, sin mostrar ningún orden, como si un sargento hubiera dado la orden de "¡Rompan filas!".

Tenía yo ganas de sacar una foto con un encuadre similar al de la foto de esta semana. Lo que no tenía pensado es la forma en que, finalmente, tomaría la foto. 

Cuando llegamos al campo de girasoles sólo nos faltaba encontrar uno que tuviera la cabeza levantada hacia una dirección en la que se pudiera encuadrarse también la Via Láctea. Una vez encontrado, todo lo que nos quedaba era encuadrar, enfocar, elegir los parámetros correctos en la cámara, e iluminar mientras exponíamos.

Quería sacar la Vía Láctea lo más clara posible. Esto prácticamente me obligaba a marcar un ISO a 3200 y un f/2.8. Esto me suponía un inconveniente, y es que, a f/2.8, la distancia hiperfocal en mi cámara está, aproximadamente, a 2.30 m. Esto significa que enfocando a 2.30 m de distancia desde mi cámara, teóricamente, todo elemento que se encuentre una plano de enfoque de 1.15 m y el infinito, aparecerá enfocado. Sin embargo, por un lado, el girasol que aparece en el primer plano estaba a una distancia menor a 1.15 m. Por otro lado, todo esto que os cuento es teórico y en la realidad, el enfoque, generalmente, no suele ser igual de bueno en el centro de la lente, que en los laterales.

Por tanto, tenía un problema. Quería sacar nítido ese girasol, pero no quería que mi vía Láctea se viera perjudicada por ello, o por tener que modificar alguno de los parámetros que tenía elegidos (ISO 3200 y f/2.8). Así que sólo se me ocurría una solución: aplicar la técnica del doble enfoque.

¿En qué consiste el doble enfoque? Es muy sencillo. Si durante una única exposición enfocamos primero a un elemento que queremos tener en foco en nuestra foto y, a continuación, movemos el anillo de enfoque de forma que consigamos tener en foco otro elemento que buscamos tener también enfocado, estamos haciendo un doble enfoque. 

Esto, aplicado a la foto de esta semana se hizo de la siguiente forma. En primer lugar, una vez tuvimos los parámetros que indiqué más arriba ajustados en la cámara, se enfocó automáticamente al girasol. Una vez enfocado, puse el autofoco en modo manual. Comenzamos la exposición, e iluminamos el girasol durante unos segundos. Tras esos segundos, rápidamente moví el aro de enfoque para situarlo en el enfoque a hiperfocal. Con eso conseguimos que las estrellas aparezcan lo suficientemente nítidas en la foto. 

Hasta esa noche, yo no había realizado ninguna foto usando esta técnica. Pero debo decir que los resultados, sin ser los mejores, me gustaron. Sé que es una técnica que aún debo practicar mucho más, así que prometo intentar traer una versión mejorada de este Ejército Galáctico.

Quizá la explicación no sea lo suficientemente clara. Por favor, si no es así, sentíos cómodos para preguntar en este blog, e intentaré ayudaros en la medida en que mis conocimientos me permitan.

Los datos EXIF:

mara: Canon 70D 
Focal: 11 mm 
Exposición: 30 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200