• Siguenos en Flickr
  • Siguenos en Blogger

Capítulo II: El Hechicero

El día que viajamos a las Islas Lofoten fui pensando que había muchas posibilidades de que esa misma noche pudiéramos ver la Aurora Boreal. Según las previsiones, encontraríamos un cielo despejado, y la intensidad de actividad esperada era alta. Aun así, prefería no hacerme ilusiones. Y es que nunca sabes lo que te puedes encontrar. Además, fui pensando que, en lo que respecta a ver en vivo la Aurora Boreal yo era un tío afortunado. En 2015 había ido por primera vez a Islandia y tuve la suerte de vivir una noche increíble en la que se juntaron los mismos factores que esa noche, previsiblemente, íbamos a tener.

Por este motivo, porque nunca sabes lo que te vas a encontrar, intenté no hacerme ilusiones. Además, pensé: "ya has visto la Aurora Boreal en todo su esplendor. Si no la vuelves a ver, no pasa nada," Y pensé también que, si algún día volvía a verla de una forma tan espectacular como la de Islandia, debido precisamente a esto, es decir, a que ya sabía lo que era eso, mi reacción sería diferente. ¿Qué quiero decir con esto? Quiero decir que creí que mi reacción sería más del estilo:

- Bueno, chicos, ¡pues a la izquierda la tenemos!

Y no algo como la primera vez, y que fue parecido a:

- ¡Joder, joder, joder!¡ Joder, que la tenemos a la izquierda!¡Mírala! ¡Qué color! ¡Para el coche!

A lo cual, alguien responde:

- ¡Pero si no hay sitio!

Y otro grita:

- ¡Da igual! ¡Para el coche!

Ya había vivido la experiencia de ver la Aurora Boreal con una intensidad brutal. Estaba convencido de que, si volvía a verla, esa u otra noche, no me impresionaría tanto... Qué listo yo...

En fin, tras varias horas metidos en el coche que alquilamos en el aeropuerto, y de camino a Reine, empezó a anochecer. Y, al igual que los vampiros salen al ponerse el sol, esa tarde, al ponerse el sol, el cielo empezó a teñirse de verde. Al principio un suave tono verdoso. Poco a poco un color verde cada vez más intenso, 

Y mi convencimiento de que mantendría las formas porque, claro, yo ya sabía lo que era vivir la experiencia de ver la Aurora Boreal y, evidentemente, no me iba a impresionar tanto, se convirtió en nada cuando la Aurora Boreal salió a saludarnos. Nuevamente se repitió la escena de 2015 en Islandia, y paramos el coche donde pudimos en una recta larga. A partir de ahí, nervios, prisas, un trípode que se cae de las manos, alguien que se resbala y cae en la nieve. Pero no importa, no hay dolor. Hay que sacar la foto.

Varios minutos después ya tenía esta foto en la tarjeta de mi cámara. Cuando acabamos y monté en el coche no sabía si esa sería mi última foto con Aurora del viaje. Lo que sí sabía era lo que podía esperarme si las previsiones meteorológicas se cumplían. Y sabía algo más. Si volvía a ver la Aurora Boreal, en ese o en otro viaje, volvería a sentir lo mismo que sentí el primer día que viví la experiencia de tener la Aurora Boreal sobre mi cabeza.



Los datos EXIF:

mara: Canon 6D 
Focal: 16 mm 
Exposición: 4 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200



2 comentarios:

  1. ¡Es impresionante Tomás! es una de las cosas que no me gustaría que me quedaran por ver jamás...aunque lo tengo difícil para viajar, pero cuando pueda ser, será lo primero. Te quedó espectacular la foto, aunque creo que ni comparado con lo que se debe de sentir al comtemplarla en vivo y en directo. Un besazo, nos vemos por kazafotos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola, Mila! Como dices, lo que sientes al verlo en una foto no tiene nada que ver con lo que sientes viviéndolo en directo. Créeme, yo tampoco pensé que pudiera ir y verlo con mis ojos, y aquí tengo las fotos :-). Me alegro de que te guste la foto, y muchas gracias por pasarte por mi blog. Un beso, y ¡nos vemos por las redes!

      Eliminar