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Capitulo III: Bajo un manto verde

Tercer día en Islandia. La mañana se levantó lluviosa. Además, la previsión para todo el día era que la cosa no iba a cambiar mucho. Nubes y nubes, y lo peor, lluvia y más lluvia. Era lo esperado, estábamos en Islandia, pero no por esperado era bienvenido. Sólo quedaba resignarse y esperar que en algún momento la lluvia que nos dio los buenos días nos diera algún respiro.


En nuestra planificación el día de hoy lo íbamos a dedicar a visitar varias de las cascadas más conocidas de Islandia. Por tanto, día de mucha foto, por lo que lo la lluvia, especialmente hoy, no iba a ser buena compañera de viaje.


Nuestra primera parada la hicimos en Seljalandfoss. Allí pudimos comprobar que sólo hay una cosa peor que la lluvia para hacer fotos: lluvia acompañada de viento. Fue una pena, ya que allí no pudimos disfrutar todo lo que desde Madrid esperábamos cuando pensábamos en este día. Intentar plantar un trípode y usar filtros en un día como este, e intentar que tu equipo no acabe empapado se convierte en una tarea muy complicada. En fin, habrá que volver. :-P


A menos de 1 km de Seljalandfoss, se encuentra Glúfrafoss, otra cascada menos conocida que la primera, pero también muy pintoresca. Sin duda, otro punto que no había que dejar de visitar.


Esa mañana la acabamos en Skogafoss, la que, creo yo, es una de las cascadas más conocidas de Islandia. Al llegar tuvimos la suerte de que la lluvia paró durante un buen rato y pudimos sacar fotos de esta gran cascada. Una pena que el cielo no abriera, pues las fotos habrían sido más espectaculares.


Lo primero que hicimos al llegar a Vik fue ir a dejar las cosas al hotel. Lo segundo, ir a comer. La opción que más nos gustó fue un Bistró Bar muy cerca del hotel donde nos vieron más de 2 y más de 3 veces las caras en los sucesivos días.


Con el estómago lleno y repuestas fuerzas, decidimos acercarnos a Dyrhólaey, un pequeño entrante en el mar muy llamativo y desde el cual podrían sacarse unas fotos estupendas… o eso pensábamos. Cuando llegamos a la zona más alta, donde hay un faro, decidimos que lo mejor sería dejar los trípodes en el coche pues el viento que allí nos esperaba hacía complicado incluso el poder caminar con facilidad, así que pensamos en volver al día siguiente con la esperanza de que pudiera hacerse algo más y sin correr ningún riesgo.


No perdimos mucho tiempo allí, pues estaba empezando a anochecer y para esa noche teníamos pensado fotografiar uno de los platos fuertes del viaje: el avión abandonado en la playa de Vik. Para los que no lo conozcáis os puede parecer como poco extraño decir que uno de los platos fuertes de un viaje a un país como Islandia puedan ser los restos de un avión abandonado en una playa. Para aquellos que tenemos como afición la fotografía nocturna no nos resulta tan raro, pues pocos objetos de fotografía reúnen tantas características típicas de un objetivo nocturno: singularidad, originalidad (bueno, con el paso del tiempo un poco menos), localización (una playa alejada de cualquier sitio habitado), y seguridad de un cielo nocturno limpio en el que poder observar incluso auroras boreales.


Llegamos cuando estaba anocheciendo, así que aún íbamos a poder sacar fotografías con un bonito atardecer. Cuando llegamos pudimos comprobar que no éramos los únicos interesados en este avión. Muchos turistas querían llevarse también su recuerdo de este modelo de "Navy R4D-9" perteneciente al ejército de la marina americana, que el 24 de noviembre de 1973 tuvo que hacer un aterrizaje en esta playa islandesa tras un problema con el fuselaje. 


Por suerte, cuando llegó la noche sólo quedábamos en el avión, César, Javier y yo. En un principio no parecía que esa noche fuéramos a tener la suerte de poder ver ninguna aurora en el cielo islandés, pero cuando la oscuridad se hizo dueña de la playa y las nubes se empezaron a mover con más rapidez, pudimos ver claramente que el cielo tomaba un tono verdoso inconfundible. Ahí estaba la ansiada aurora. Por fin íbamos a poder tener el cielo que queríamos en el sitio que llevábamos meses esperando. Éste era el momento de ponerse manos a la obra. Buscamos rápidamente el mejor encuadre, y, como minutos antes habíamos hablado, uno de nosotros se subió al avión con varias linternas de diferente temperatura de color. Además de la iluminación interior había que iluminar, por supuesto, el fuselaje del avión. Esta iluminación se hizo desde la izquierda.

Tras varias pruebas, esta fue la foto que nos llevamos. Aunque la noche no había acabado aquí (aún nos quedaba la visita nocturna a Skogafoss), esta fue la foto con la que más disfruté ese día. Tras varios años viendo las fotografías nocturnas de este avión hechas por grandes fotógrafos nocturnos, por fin íbamos a poder llevarnos la nuestra: por fin íbamos a llevarnos el viejo avión abandonado en la playa bajo el manto verde de la aurora boreal.

Los datos EXIF:

Cámara: Canon 6D 
Focal: 14 mm 
Exposición: 10 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200



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