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Capítulo IV: Y el cielo se abrió

Nuestro cuarto día en Islandia no fue el más productivo, al menos para mí. Realmente se quedó muy lejos de ser un día de provecho. No sé si sería debido a que no visitamos muchos sitios, a que el tiempo, en según qué momentos, no acompañó, a que no estaba muy inspirado.... o en realidad a una mezcla de todo.

Por la mañana, tras desayunar, nos acercamos hasta el faro de Dyrhólaey. Aquí pudimos sacar alguna foto diurna, no ya del faro, sino de un entrante de tierra en el mar muy conocido, aunque, sinceramente, nada de lo que de allí me llevé me dejó satisfecho.

Para la tarde y la noche teníamos reservados un par de localizaciones de las cuales no pudimos llevarnos nada decente, pues los cielos cubiertos y la lluvia se empeñaron en hacernos compañía prácticamente toda la noche. Cierto que contábamos con que iba a ser así, pero como las previsiones meteorológicas fallan con mucha frecuencia (bueno, diré mejor que no son muy precisas en según qué momentos :-)), decidimos esperar y esperar en aquellos sitios que habíamos marcado, con la esperanza de que el cielo abriera, aunque fuera durante un rato y aunque fuera lo justo para poder encuadrar un cielo que no fuera un manto oscuro y sin gracia. No tuvimos suerte, así que esa noche nos dimos por vencidos, y nos volvimos al hotel. Por suerte, el día siguiente sería muy diferente.

Como cada mañana, nos levantamos echando un vistazo a la previsión meteorológica del día. Si alguna vez vais a Islandia, además de la previsión sobre el tiempo que os podéis encontrar, vais a descubrir que para la actividad en cuanto a la presencia de auroras boreales se refiere, también existe una previsión. Para entendernos entre nosotros 3, y medio en broma, nosotros lo llamamos "la previsión auroril" :-P. Ésta suele ser bastante acertada, aunque, como cualquier previsión meteorológica, tiene sus limitaciones. Sin querer meterme en terrenos pantanosos, puesto que en esto no soy experto, sólo quiero indicar que esta previsión viene dada por un índice llamado 'kp' y que indica la intensidad que se espera para un día determinado y a una hora determinada.

Hacía días que llevábamos viendo la previsión que daban para toda la semana y, sorprendentemente, para este día, el quinto de nuestro viaje, había una previsión de kp=7 (creo que lo más alto viene siendo 9 ó 10). Además, para la hora a la que daban esa previsión, daban cielos despejados o casi despejados por la zona en la que nos encontrábamos. En fin, no queríamos hacernos ilusiones, pero parecía que se iban a dar las condiciones para, por fin, vivir una noche en la que poder disfrutar de unas increíbles "luces del norte". Pero todo esto sería por la noche.

Por la mañana, lo primero que hicimos después de desayunar fue ir a la playa de Vik, a la que aún no habíamos ido. Allí pudimos llevarnos alguna foto de la misma, encuadrando a los 3 trolls de Vik (o, como los llaman los islandeses, Reynisdrangur). De allí partimos rumbo nuestro siguiente destino, la zona del lago glaciar Jökulsárlón. Allí, en el lago, hicimos una parada, aunque la intención era visitarlo más tranquilamente al día siguiente. 

Después de comer, volvimos a coger el coche en dirección a Höfn. La intención era ir hasta Stokknes, un punto desde el cual se han sacado preciosas fotos de la montaña Húsadalstindur. No llegamos todo lo pronto que habríamos querido, pero alguna foto nos pudimos llevar.

Una vez allí tuvimos que plantearnos si esperar hasta el momento en que se suponía que la intensidad de las auroras boreales sería mayor, o hacer el camino de vuelta, parando en sitios que a la ida habíamos marcado como sitios que podrían ser interesantes para fotografía nocturna. Como el cielo en Stokknes no tenía buen aspecto, y tampoco tenía pinta de que fueses a mejorar, decidimos volvernos antes de que se nos hiciera más tarde.

En el camino de vuelta, ya anocheciendo, nuevamente se repitió la escena de días antes. Alguien dentro del coche mira por una ventanilla y hace parar el coche. Cuando bajamos, lo que allí vimos nos dejó a todos perplejos, alucinados... Lo que comentamos al ver semejante espectáculo no puedo reproducirlo, pues cuando creé este blog me propuse intentar no llenarlo de palabras malsonantes. Creo que todos os podéis hacer una idea de los calificativos y expresiones que se oyeron en esos minutos.

Cuando volvimos a parpadear, empezamos a pensar en los sitios que habíamos localizado esa tarde, camino de Stokknes, y fuimos yendo uno a uno, intentando llevarnos algún recuerdo de lo que el cielo nos estaba regalando. Uno de ellos, una charca más o menos grande que podría dar juego. Una vez allí, vimos la foto rápidamente: figura posando observando las Luces del Norte; la foto que esta noche os traigo

No sé si algún día volveré a Islandia. Confío en que sí, y haré lo posible por volver. Más difícil será que durante el tiempo que esté allí se vuelva a repetir una noche con la actividad que ésa pudimos disfrutar. Ojalá sí, pero si no es así, al menos podré decir que sé lo que es una aurora boreal, que sé lo que es ver verde, no sólo el cielo, sino también el suelo, las paredes de las casas e iglesias, el coche en el que viajábamos. Podré decir que sé cómo es el movimiento de esas luces serpenteando en el cielo. Podré decir que sé qué es lo más parecido a vivir que el cielo se abre.



Los datos EXIF:

Cámara: Canon 6D 
Focal: 14 mm 
Exposición: 4 sg 
Apertura: f/2.8
ISO: 3200

Como no podíamos dejar de llevarnos un recuerdo de los 3 en esa noche, pensamos en inmortalizar un momento así. César sacó la cámara, el trípode y tras varios intentos nos llevamos una foto de los 3, junto con el KIA Sportage con el que nos desplazamos durante la semana.





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